01 Jun 2004: razones por las que hemos ganado
(This is a reprint of the original post)
Últimamente estoy escribiendo muy poco en la bitácora, porque dedico mucho tiempo a mi proyecto y a ir haciendo algunas tareas de la asociación, como poner a funcionar el filtrado de correo mediante spambayes (la información sobre cómo lo hice está en el parte del bug) o preparar la presentación de AsturLiNUX para la próxima charla a celebrar en Gijón.
Para mi entrada de hoy en este diario, voy a retomar la senda optimista de anteriores artículos, y defender que el software libre está venciendo en la guerra, enfrentamiento o competencia que mantiene con el software propietario, y en particular, con Microsoft.
Hace mucho tiempo que yo no soy usuario de Windows, pero no puedo evitar estar en contacto casi continuo con este sistema operativo y sus aplicaciones. Y la impresión que saco es que los usuarios de software libre vivimos en el paraíso.
Cuando yo empecé a probar mis primeras distribuciones Linux (una Slackware y una Debian), uno de los argumentos más comunes para dar el salto era aquel de la mayor estabilidad de Linux. Ciertamente, era una gran verdad, puesto que el Windows 95 era un castillo de naipes. Hoy en día, la diferencia ya no es tan apabullante, porque las versiones recientes de Windows son más robustas, y en muchas ocasiones permiten cerrar las aplicaciones desbocadas y continuar trabajando. Por su parte, el software libre también ha recortado diferencias en aspectos en los que Windows llevaba ventaja, como el de los interfaces gráficos de usuario y las aplicaciones de ofimática.
Pero hoy en día, ser usuario de Windows (desde la perspectiva de un usuario de software libre convencido pero crítico) es una pesadilla. Tener instalado un Windows XP significa estar expuesto cada pocas semanas un nuevo gusano devastador. Navegar por Internet al estilo de Redmond supone sufrir el ataque permanente de malware escondido como Flash, controles ActiveX, un aluvión de banners, pop-ups y cookies, la instalación no autorizada de infinidad de dialers, spyware, adware, programas residentes con propósitos oscuros, etc. Un vistazo al aspecto del Internet Explorer de un usuario medio nos revela un interfaz complejo, con múltiples barras adicionales (Yahoo, Google, etc.) que repiten funcionalidades. Un síntoma claro de que los marcadores web (conocidos como "mis favoritos") y la tecnología de autocompletado de URLs han fracasado se puede encontrar analizando las cadenas más buscadas en Google. Echemos ahora un vistazo a la otra aplicación onmipresente en Windows: el Messenger. Lo encontraremos lleno de pestañas, botones y publicidad de productos o portales, sin que el usuario sepa decirnos de dónde han llegado o desde cuándo están ahi. En la barra de Windows también aparecen un montón de pequeños cuyo origen o función son totalmente desconocidos para el usuario (y esa es la prueba irrefutable de que no deberían estar allí).
Para combatir este asalto, el usuario espabilado (seguramente sea un lector de alguna revista quincenal) instala programas para matar los pop-ups, programas para combatir el spyware, programas para detectar virus, programas para mantener limpio su disco duro... Otros, en cambio, optan por ignorar la cuestión, y prosiguen instalado nuevos cursores para el ratón, o programas de descarga P2P que contribuyen a aumentar la infección.
Últimamente vengo observando que algunos de los usuarios más fanáticos de Microsoft (esos que no probarán una Knoppix ni aunque les obligues) han llegado a un punto en el que han perdido la confianza en algunos productos de Microsoft. Uno de los programas que más decepciones provoca, según mi percepción, es el Media Player. Ciertos windowseros de toda la vida no soportan el caos de codecs y actualizaciones de este programa, y se instalan una alternativa. Les comprendo, porque conseguir instalar en Windows unos codecs recientes sin ser atacado por el spyware, el adware o un dialer es realmente difícil.
Alejándonos del nivel personal, y entrando ya en el profesional, resulta muy llamativo que en los últimos meses se estén reiterando las voces que llaman a abandonar los productos más conflictivos de Microsoft (es decir, el Internet Explorer y el Outlook), por considerar que son un agujero sin fondo. Estas voces señalan que por fin existen alternativas reales, que vienen de la mano del proyecto Mozilla. Pienso que tiene que ser especialmente doloroso para Microsoft que un navegador que creyó aniquilado para siempre haya resurgido. Quizás Microsoft debería reflexionar acerca de las decisiones que ha tomado en el desarrollo de Internet Explorer, y su abandono en los últimos años (el IE está parado desde hace tiempo). También pueden sacar una enseñanza los que sostenían que el software libre era incompatible con la innovación. Firefox está demostrando ser un producto con ideas nuevas.
En estos párrafos creo haber expuesto por qué me siento optimista en relación al software libre. Pienso que en algunos ámbitos en los que, tan sólo hace unos años, Microsoft tenía una importante ventaja, hoy están equilibrados, o incluso el software libre se ha puesto por delante.