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Redes, Noodle y chasco

(This is a reprint of the original post)

Empecemos por las cuestiones técnicas. En los últimos días he seguido afinando el laptop-net, consiguiendo que realmente detecte la red en la que se encuentra enchufado y configure las aplicaciones. No funciona siempre, pero casi. Luego cai en la cuenta de que hay una manera más sencilla de modificar la configuración del proxy de golpe para todas las aplicaciones: instalar un proxy local. Estoy probando con tinyproxy, que parece de lo más sencillín. Sólo lo quiero para decirles a todas las aplicaciones (apt, gnome, firefox, etc.) que utilicen "localhost" como proxy, y luego cambiar mediante laptop-net la configuración de tinyproxy. Parece que funciona.

Me compré el adaptador WiFi más popular entre los usuarios de iBooks con Linux: el Netgear MA111. Para que funcione, hay que usar unos módulos del paquete linux-wlan-ng (no vienen en el kernel). Desafortunadamente, la versión de linux-wlan-ng que está en Sid en este momento no compila contra un kernel 2.6.9. Tuve que descargar lo último de lo último de la web del linux-wlan-ng y compilarlo (sé de sobra que en Gentoo estas cosas funcionan mucho mejor, así que los usuarios de Gentoo pueden ahorrarse el tiempo que necesitan para enviar un comentario a esta historia, y usarlo para seguir recompilando el OpenOffice, que falta les hace :-). Aun así, no he conseguido conectarme con un AP. Después de configurar la red, al intentar hacer ping me da errores (operation not permitted). Reconozco que tengo que mirar mucho más este tema. Menos mal que tengo un puente por delante.

Me ha llamado la atención el proyecto Noodle, un desarrollo de software libre tras el que hay dinero público (andaluz) y empresas españolas (algunas). Es un caso claro de las ventajas que se describen en la nota que sacó hace poco AsturLiNUX: dinero público que se queda en el país. Pero es que además, desde un punto de vista funcional, la aplicación parece muy interesante (todo lo que tiene que ver con integración de sistemas es interesante). ¿Se convertirá en una killer-app?

Por último, voy a contar una historia personal, pero sin dar nombres, para demostrar quién tiene elegancia y quién no. La semana pasada supe del interés de una empresa informática de Gijón por contratar a un desarrollador de J2EE, de manera urgente, para incorporarlo al que seguramente es el proyecto de desarrollo de software más importante que hay ahora mismo en Asturias. Acudí a una entrevista con el gerente de la empresa, tras la cual nos dimos un plazo de 4 horas. Yo pedí ese tiempo para poder acordar con mi actual jefe un mecanismo que me permitiera hacer compatible mi trabajo actual a media jornada con el posible nuevo trabajo a jornada completa. Conseguí el visto bueno de mi jefe, y esa misma tarde, todo estaba atado de palabra con la nueva empresa. Me dijeron que en las siguientes 48 horas me llamarían para firmar. La incorporación era esta semana.

No me llamaron. Fui yo quien les llamó en dos ocasiones; ellos me pidieron paciencia. Finalmente, este martes supe que la empresa no me había inscrito en el curso con el que daba comienzo mi nueva andadura profesional. En cambio, habían inscrito a otra persona. Llamé para pedir explicaciones, y las que pude arrancar fueron poco creíbles. Les insté a que me llamasen al día siguiente para aclarar la situación con calma. Por supuesto, ya no espero esa llamada, que debió haberse producido hace 3 días.

Me ha quedado bastante claro que me han hecho la cama. Afortunadamente, conservo mi trabajo anterior, así que sólo se ha esfumado una oportunidad. Seguro que llegarán otras. No guardo rencor, ni siquiera estoy disgustado. Aunque me esté mal decirlo, creo que ellos han perdido la oportunidad de contratar a un buen profesional. Sólo estoy molesto por las formas que han usado conmigo. Cuando dices que vas a llamar a alguien, deberías hacerlo, aunque lo que tengas que decirle no sean buenas noticias. No hacerlo es una falta de respeto y un signo de poca profesionalidad. Como colofón, me consta que no soy el primero que sale con malas vibraciones después de una entrevista para esta empresa.