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Ludopatía nacional

(This is a reprint of the original post)

Mañana se sortea el premio de lotería más famoso, El Gordo de Navidad. El país casi por completo está electrizado, durmiendo con la ilusión de tener el número que mañana oiremos repetir hasta la saciedad.

Estaremos todos de acuerdo en que la riqueza está muy mal repartida en el mundo. También en nuestro país existen unas desigualdades tremendas. A muchos nos gustaría verlas reducirse. ¿Por qué, entonces, participar en un juego que consiste, precisamente, en concentrar la riqueza? Porque, vamos a ver, ¿acaso no consiste El Gordo en quitar dinero a muchos millones para dárselo a unos pocos? ¿Dónde está la racionalidad?

Ah, lo que pasa es que comprar lotería es una de esas cosas que hacemos por alguna de estas razones: a) siempre se ha hecho así; b) todo el mundo lo hace; c) la tele dice que lo hagas. La Navidad es una temporada muy rica en costumbres, imitación y publicidad. Y desgraciadamente, las dos primeras sólo son manifestaciones de la tercera, pues la publicidad ha moldeado ya "nuestras" costumbres y el comportamiento mayoritario.

La gente que compra lotería dice que lo hace por la ilusión. ¡Qué bonito! ¿Realmente les hace ilusión, me pregunto yo? Otros recurren a argumentos mucho más sombrios, como el miedo. "¿Y si toca aquí?", dicen los anuncios. ¿Y si les toca a todos mis compañeros de clase, del trabajo o del bar, y yo no veo un duro?

Yo no juego ni un duro. Mañana, con total seguridad, seré un poco menos pobre que la inmensa mayoría, que habrán jugado mucho más de lo que habrán ganado. Pero eso no me hace más feliz.