Diego Berrueta

(This is a reprint of the original post)

Hay muchas razones para preferir el software libre. Una de las que más aprecio es la posibilidad de mirar el código fuente para aprender cómo funcionan las aplicaciones, y poder modificarlo para corregir los fallos o adaptar el software. No son sólo palabras. Saco partido a estas ventajas muy a menudo.

Esta semana, por ejemplo, he podido corregir dos fallos en un par de aplicaciones de software libre. En un caso, fue un programa que utilizo en el trabajo. Intenté usarlo sin éxito en un entorno para el que no estaba preparado. Con la modificación de una sola línea del código fuente, conseguí corregir el problema. Orgulloso de mi hazaña, fui a enviar el parche a sus desarrolladores, pero se me habían adelantado.

El segundo caso tuvo lugar esta misma mañana, cuando resolví un bug en PlanetPlanet, que provocaba extraños efectos en el Planeta AsturLiNUX. De nuevo, consistió con corregir una línea del código fuente.

Pero tener el código fuente no sólo es útil para corregirlo o modificarlo. A veces ya presta mucha ayuda con sólo mirarlo. Por ejemplo, esta semana, y también en el trabajo, tener el código fuente de una biblioteca nos permitió descubrir una funcionalidad muy interesante que no aparecía en la documentación.

Casos como estos son frecuentes para mi, y son posibles gracias al software libre.