Galway/Irlanda (IV)
(This is a reprint of the original post)
Una característica llamativa de la conferencia a la que estoy atendiendo es que todos los delegados llevan un portátil y casi todos lo tienen abierto mientras asisten a las sesiones. La organización nos proporciona acceso inalámbrico a Internet, que dio algo de guerra el primer día (¿saturación?), pero que después ha funcionado muy bien. La conexión termina el jueves, pero yo me voy a quedar dos días en otra conferencia, así que no sé si contaré con acceso a Internet el resto de la semana.
Hay un buen porcentaje de portátiles Apple (yo diría que una quinta parte). Pero descorazonadoramente, apenas hay portátiles con Linux (sólo he encontrado a otros dos linuxeros entre los 500 delegados). Eso sí, no cabe duda de que el navegador favorito de la conferencia es el Firefox.
Mi portátil cumple ahora un año, y realmente estoy muy contento con él. Estos días está portándose como un campeón, y prestándome un enorme servicio. Mientras muchos delegados se pelean por los enchufes disponibles (a los que además hay que acoplar aparatosos adaptadores), yo dejo el cargador en el hotel y aguanto todo el día con la batería, incluso tirando de wireless, porque me está dando una autonomía de 5 a 6 horas. Si encontrase la forma de limitar permanentemente la frecuencia del micro a 600 MHz (más que de sobra para navegar, leer correo y tomar notas), supongo que podría estirar aún más la batería.
Cambiando completamente de tema, una cosa que me ha llamado la atención de esta ciudad es la abundacia de templos, principalmente católicos, pero también de otras confesiones. Resulta curioso que esta ciudad relativamente pequeña tenga tantos templos. Seguramente sea porque el porcentaje de practicantes parece ser elevado. Aun así, empiezo a sospechar que al coexistir varias religiones, algunos irlandeses deben estar algo indecisos, y quizás acudan a varios templos (cuando se trata de la vida eterna, no conviene equivocarse, es mejor apostar a todos los caballos). Cada templo tiene un gran cartel en la puerta que indica el horario de las ceremonias. Me imagino a los multidevotos intentando cuadrar los horarios y evitar que se solapen, como nos ha sucedido con las prácticas a los estudiantes de determinadas carreras. Curiosamente, he encontrado una capilla que linda (pared con pared) con una clínica de planificación familiar, algo muy llamativo en la católica Irlanda (recordemos que un anexo del proyecto de Constitución Europea permite a Irlanda "reservarse los derechos" sobre cualquier legislación común sobre el aborto, es decir, que los irlandeses no quieren que el resto de europeos les digan lo que tienen que hacer sobre esta cuestión).
Otra cosa chocante de los irlandeses es que se pasan el tiempo pidiendo perdón ante cualquier roce. Resulta un tanto incómodo cuando, en alguna acera estrecha de Galway (todas son estrechas), tienes el más mínimo roce con otra persona y aunque haya culpa tuya por ir despistado, la otra persona se gira y te pide perdón. Habitualmente, esto te hace parecer muy descortés. Bueno, supongo que los nativos están acostumbrados a estas faltas de civismo de los turistas que los visitan.
Mañana termina la conferencia a la que estoy asistiendo, aunque justo después empieza otra a la que me quedaré. Aunque se celebra en el mismo hotel, mañana se me acaba el "bono" de la red wireless, y aún no sé si dispondré de otro para los días que faltan. Espero que sí, porque realmente es fantástico tener acceso a Internet, no sólo para enviar correo, sino para visitar las páginas del ponente que está hablando en cada momento, leer sus artículos, etc. También encuentro muy divertido escribir estas parrafadas sobre el viaje (¿me estará leyendo alguien? creo que tenía algún seguidor, pero a estas alturas debe estar aburrido), y me gustaría seguir escribiéndolas durante unos días más.