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Galway/Irlanda (V)

(This is a reprint of the original post)

La entrada de hoy va a ser algo más corta porque he estado bastante ocupado. Ayer se celebró la cena de gala de la conferencia. Todos los delegados cenamos en un ambiente elegante (velitas, guardarropa, vino en hielo y montones de cubiertos), aunque otros aspectos no encajaban con este perfil; por ejemplo, la indumentaria relajada de los delegados (vaqueros, camisetas, polos, etc.) y el hecho de que no sirvieran en la mesa, sino que fuera un buffet. Después de llenar el estómago, un grupo de música irlandesa puso la nota musical, incluyendo también algunos números de baile. El repertorio musical se movió entre los temas tradicionales irlandeses y otros más internacionales, pero también con origen en esta tierra (como U2, Sydney O'Connor o bandas sonoras). Fue divertido, y hoy ha resultado simpático ver, serios y sin ojeras, a algunos ponentes que el día anterior estuvieron sacudiéndose en la pista de baile. En el paseo de vuelta hasta el hotel, me empapé totalmente porque la atmósfera parecía compuesta de agua (y encima el viento...). Me parece que no lo he comentado antes, pero he leido que aquí llueve durante unos 250 días al año. Eso hace que Asturias parezca el Sáhara. Naturalmente, la gente de aquí está acostumbrada. Y ahora ha vuelto el huracán.

Hablando de la gente de aquí, resulta que aquí hay mucha gente de allí, es decir, de España. Dos de las camareras que atendieron la cena de ayer son españolas, algo que según me comentan, es muy habitual también en pubs. ¡Hasta un hombre-anuncio que hay en la calle principal de Galway es español! La relación de Irlanda con España es un tanto extraña. Por un lado, tuvimos durante mucho tiempo un enemigo común (los pérfidos ingleses). Sin embargo, cuando algunos barcos de la Armada Invencible acabaron en puertos irlandeses, parece que nuestros compatriotas tuvieron una recepción poco amistosa. Curiosamente, aquí en Galway hay un pequeño rincón llamado The Spanish Arc, que es una pequeña puerta en las murallas de la ciudad. Según cuentan, Cristobal Colón estuvo por aquí mucho antes de embarcar en el viaje que le haría famoso, preguntando por un monje que, según parece, ya había hecho antes el viaje, y hay una placa que lo recuerda.

Llaman la atención algunos precios. Por ejemplo, el centro de Galway es zona azul (aunque aquí no es azul, pero más vale pagar porque si no están los del cepo al azecho) y una hora cuesta 1.5 euros, y eso que esto es una ciudad pequeña. Lo que está por las nubes es cenar. Vale, uno puede ir a un take-away o pillar un sandwich envasado. Pero si quiere cenar de una forma más tradicional, entonces los precios empiezan en 25 euros, y no creo que esta sea una temporada alta. En mi hotel, por ejemplo, el menú de cena está en casi 40 euros, y en el hotel donde se celebra la conferencia, 55 euros. En mis paseos miro las cartas (que están siempre expuestas junto a la puerta de los locales) y acabo con la impresión de que cenar es, aquí, un lujo. De todas formas, en la conferencia nos ceban con pastitas y bollería (entre las 8 de la mañana y las 2 de la tarde hacemos 4 comidas) así que tampoco tengo necesidad de darme un atracón para cenar.