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Galway/Irlanda (VI)

(This is a reprint of the original post)

Esta es mi última nota desde Irlanda. El domingo me espera un viaje de vuelta que se antoja agotador, pues llegaré a Santiago de Compostela después de medianoche, tendré que madrugar para asistir a otro evento en esa ciudad, y el mismo lunes regresaré a Asturias. Creo que voy a llegar hecho pedazos, pero seguro que al final el esfuerzo habrá merecido la pena.

Ayer ya comenté que Galway está lleno de españoles. Hay algunos que están estudiando (aquí hay una universidad relativamente grande, y también mucho extranjero aprendiendo inglés) y otros trabajando. Me han contado que los españoles son la cuarta comunidad de inmigrantes de Galway. No resulta difícil creerlo, porque allá donde vayas, encuentras alguno. Hoy entré a cenar en un pequeño local especializado en patatas y naturalmente, uno de los camereros era español. Estuvimos charlando sobre la ciudad y sobre el nivel de vida. Con el sueldo que cobra en Irlanda, este amigo viviría como un rey en Asturias, y encima aquí no tiene que pagarse la comida. Me dijo que tenía varios españoles en Galway trabajando en informática. Por cierto, que la cena estaba buena y "barata" (por el mismo dinero, arrasas la cocina en Caldillo, pero aquí las cenas son un lujo).

La noche anterior fui a cenar con la pandilla multinacional que hice estos días: italianos, alemanes, norteamericanos, españoles e irlandeses. El sitio estaba bien, y la cena muy rica, pero el clavo fue muy gordo (por el mismo dinero, compro Casa Caldillo). A mi derecha tenía a un alemán de pocas palabras, muy de mi estilo; en cambio, a la izquierda tenía a un norteamericano muy extrovertido y conversador (no confundir con "conservador", eso no se lo pregunté, aunque no tenía pinta de serlo). Me ha confirmado que en Estados Unidos, los guajes no tiran huevos a las fachadas en Halloween. Bien, es gratificante saber que además de dejarnos avasallar por la cultura yanki, somos capaces de incorporar valiosos elementos propios a las fiestas importadas. Estoy esperando que un año de estos comencemos a celebrar el 4 de julio por todo lo alto; además de quemar tracas, podemos añadir algún acto vandálico de nuestra invención.

Luego fuimos a un pub, donde comprobé (pero sin probarla, eso sí) que la Guinness está al mismo precio, si no más barata, que en Asturias. Es curioso, había leído que era al contrario. Lo que probablemente sucede es, como me han indicado hoy, que aquí se bebe muchísima más cantidad.

Ayer también comentaba que habíamos localizado a dos camareras españolas en un hotel. Las invitamos a acompañarnos a la cena, pero no acudieron. Lo más probable es que tuvieran que trabajar. Se nos olvidó hacerles la pregunta clave: when you pounds?.