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Viaje con nosotros

(This is a reprint of the original post)

Últimamente apenas viajo en autobús, pero durante muchos años, mi rutina incluyó al menos un par de desplazamientos en autobús diarios, tanto para ir al colegio, el instituto y la universidad, como para mis primeros trabajos. Por tanto, he acumulado un pequeño repertorio de anécdotas. Hoy voy a contar algunas, empezando por la más reciente.

Incidente con un automovilista

Ayer mismo, mientras volvía de Oviedo en el ALSA Gijón-paradas, a la altura de la rotonda de Cuatro Caños, el conductor y un automovilista se picaron (aparentemente por una preferencia de paso, aunque no pude verlo). El automovilista detuvo el vehículo delante del autobús, impidiéndonos continuar, y se puso a lanzar bravatas hacia el conductor, enzarzándose en una carrera de epítetos poco amables. No estaba lo suficientemente cerca como para opinar sobre el estado (o no) de embriaguez del automovilista. El conductor del autobús llamó por radio a la central y pidió ayuda a la policía. El automovilista golpeó con sus puños el autobús, y trató de intimidar físicamente al conductor, abriendo la puerta de su lado, pero al poco tiempo se lo pensó mejor y decidió salir pitando antes de que llegase la policía.

Incidente (más grave) con otro automovilista

Lo de ayer no fue nada si lo comparamos con otra situación similar que presencié hace unos años. En aquella ocasión, el conductor del autobús y un automovilista se picaron a la altura de Villa Magdalena (Oviedo). El autobús continuó su ruta, mientras el automovilista continuó a nuestro lado, haciendo maniobras poco amistosas. Al llegar a la siguiente parada, frente a las Salesas, el autovilista bloqueó el paso al autobús, descendió del vehículo y ni corto ni perezoso, sacó un bate del maletero y se colocó frente al autobús, en una actitud bastante intimidatoria. El conductor se limitó a ignorar su presencia y dejarle que hiciera su numerito en una de las calles más concurridas de Oviedo. Tras amagar varias veces con golpear la luna delantera del autobús, y viendo que el conductor no respondía a sus provocaciones, desistió en su actitud y se retiró.

Borracho atravesado

Estaba yo de viaje con Swapper en el autobús nocturno Oviedo-Madrid, sentados en la última fila. El pasajero que se encontraba a nuestro lado mostraba signos claros de embriaguez, y al poco de iniciarse el viaje, entró en un profundo trance. En lugar de permanecer reposando en el asiento, como haría un pasajero dormido, éste fue inclinándose poco a poco hacia delante, y ya antes de salir de Asturias, se encontraba con la cabeza entre las rodillas. Con las curvas del Huerna se acentuó su inclinación, en este caso, lateral. Finalmente, cayó desplomado en el suelo, en sentido transversal a la marcha, entre los asientos. Así permaneció durante horas, durmiendo su mona.

Ruta turística

Los conductores de la línea Oviedo-La Fresneda suelen ir al máximo por el tramo de la autopista "Y" que recorren. No dudan en ocupar el carril izquierdo de la circulación. En una ocasión, habiendo ya anochecido, el tráfico era tan intenso que, llegado el momento de abandonar la autopista, al conductor le fue imposible incorporarse al carril derecho para tomar la salida (al menos, era imposible hacerlo con seguridad). Debido a la configuración de esta autopista, una vez sobrepasada esta salida, no queda otra solución que continuar hasta Gijón o Avilés y dar la vuelta allí. Así pues, un trayecto de apenas 4 kilómetros por autopista acabó convirtiéndose en uno de 40 kilómetros. No recuerdo con precisión en qué año pudo tener lugar esto, pero de aquella nadie (o casi nadie) tenía teléfonos móviles, así que algunos pasajeros se sintieron incómodos porque no pudieron informar a sus familias de que iban a retrasarse. Para poner la guinda, el conductor no era uno de los habituales de la línea, sino una persona de edad algo más avanzada y aspecto un tanto descuidado. Quizás por eso, algunas señoras (que son mayoría en el pasaje de esta línea) llegaron a pensar que el conductor podría no estar en condiciones óptimas para desempeñar este puesto de responsabilidad. Una de ellas, su portavoz, se levantó durante el descenso hacia Serín (que realizamos a toda velocidad en una autopista que, como ya dije, estaba a tope), avanzó hasta la parte delantera del vehículo y decidió preguntar al conductor, de forma eufemística, "¿se encuentra usted en condiciones para conducir?". Yo estaba sentado allí delante, y pude ver la cara de asombro del conductor, que tan sólo respondió "por supuesto, señora". A mi no me pareció que el conductor estuviese afectado, y de hecho, creo que actuó prudentemente al no realizar una maniobra brusca para tratar de tomar la salida de la autopista.

Fuego a bordo

El autobús que cubría la línea de mi instituto era, sin duda, el que se encontraba en peores condiciones de la flota de la compañía. El estado de su interior haría que un viajero de cualquier país subdesarrollado se sintiera como su propio país. Las tripas del autobús tampoco debían estar muy bien, porque cada vez que el conductor cambiaba una marcha, sonaba como si la mecánica fuese a fracturarse. Finalmente, un día al volver del instituto, llegando ya a La Fresneda, el autobús comenzó a llenarse de humo, especialmente en la parte trasera que mi pandilla ocupaba. El conductor detuvo el vehículo en el arcén, abrió las puertas, nos hizo bajar y acudió a las portezuelas traseras con un extintor. Desde fuera, pude ver cómo salía mucho humor del motor. Naturalmente, el viaje terminó a pie.

Abriendo paso a la quitanieves

Con motivo de otro viaje a Madrid, y también con Swapper, nos sorprendió una nevada tardía (era Abril) al subir el Huerna. Unos días antes había comprado mi primera cámara digital (muy mala), así que hay fotos). Antes de llegar al primer túnel, el conductor se detuvo porque la nevada era demasiado intensa y había varios automóviles detenidos. Poco después llegó una quitanieves, que nos empezó a abrir paso, y así fuimos subiendo. Las quitanieves circulan bastante rápido, pero eso no le debió parecer suficiente al conductor, que de pronto cambió al carril izquierdo (totalmente tapado por la nieve) y adelantó a la máquina. No pude ver si la quitanieves nos siguió durante mucho tiempo, aunque imagino que no. En cualquier caso, habría sido divertido ver a un ALSA abriendo paso a una quitanieves.