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Motivos y consecuencias de tener un blog

(This is a reprint of the original post)

Muchas veces me pregunto si tiene sentido (para mi) escribir un blog. Se cumplen ahora dos años desde que estrené el blog. No es que sea mucho tiempo, hay blogs mucho más veteranos, pero suficiente para publicar casi 220 notas. Los blogs están de moda (mejor dicho, llevan ya tiempo de moda). Es curioso que mientras nos preocupamos por aspectos como la privacidad en Internet, al mismo tiempo florezcan los blogs en los que nos dedicamos a airear de todo. Pero supongo que no son cosas comparables. En particular, yo he procurado no ventilar asuntos demasiado personales, y lo que suelen encontrar los lectores de este blog son temas técnicos y de ocio. Lo siento por aquellos que ven los blogs como una extensión del tomate, pero me considero una persona basante reservada, y desde luego, no entra entre mis planes usar el blog como confesor (aunque respeto a las personas que lo hacen). Es más, trato de medir mucho lo que escribo (aunque sólo cuando lo escribo: no suelo releer las notas antes de dar al botón 'Enviar'), y creo que lo haré aún más después de haber cometido alguna torpeza recientemente (quizás no sea tan mala idea releer, después de todo...).

Uno de los motivos para escribir estas notas es egoista: las considero una especie de diario personal (pero sólo de mis actividades públicas, claro). Tengo la esperanza de pasar buenos ratos dentro de un tiempo, releyendo lo que escribí, riéndome de mi ingenuidad y sintiendo nostalgia por los buenos tiempos. Otro motivo es, simplemente, contar cosas que me apetece contar. Creo, además, que ese fue el principal motivo por el que empecé a escribir. Cuando publicas algo en Internet, no tiene ni comparación con decirlo durante la hora del café o durante una cena. La audencia es, simplemente, global. No estoy diciendo que todo el mundo lea mi blog, pero potencialmente, cualquiera puede hacerlo. ¡Ojalá tuviese algo que contar digno de tan magna audiencia!

Por eso me siento especialmente reconfortado cuando algún desconocido se pone en contacto conmigo a propósito de algo que he dicho en el blog. Ese es un tercer motivo para seguir escribiendo. Además, no es fácil hacer comentarios en mi blog (los comentarios están restringidos a un grupo muy pequeño de personas), así que cuando recibo un mensaje de correo electrónico, valoro especialmente que la persona que lo remite ha tenido que molestarse en buscar mi dirección de correo para comunicarse conmigo. Y es que en estos dos años, he tenido un buen número de gentiles comunicantes que me han hecho preguntas sobre libros, desarrolladores de software libre que me han ofrecido su ayuda para resolver mis problemas técnicos (para que luego digan que el soporte del software libre deja que desear, a ver quién puede decir que le escribió Microsoft para resolverle un bug de Word), wikipedistas para preguntarme por los derechos de una foto, gente más avispada que yo para sacarme de mis dudas, antiguos compañeros de estudios que se han tropezado con mi blog, usuarios de los mismos antiguos programas que yo, viajeros que desean información sobre Irlanda (debo decir que la serie de notas desde Galway fue uno de los momentos en los que más me divertí con el blog), muchas personas pidiendo que les ayude a resolver problemas técnicos que yo he comentado (habitualmente, sobre el iBook), o que les envie algún viejo programa que hice, y muchos más. Incluso he recibido mensajes de ánimo, referidos a lo divertido (:-?) o interesante que encuentran mi blog. Y también he tropezado con desconocidos que me han reconocido por el blog, y he descubierto que figuran entre los lectores del blog algunas personas de las que nunca imaginé que pudieran estar interesados en él. Naturalmente, además de alimentar mi orgullo y (en algunos casos) mi rubor, toda esta realimentación es un motivo importante para seguir publicando. Gracias.