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Cielo estrellado

(This is a reprint of the original post)

Estoy de vacaciones. De hecho, ya llevo una semana, que me he pasado en la montaña, un sitio donde soy capaz de cambiar completamente el chip y distraerme cortando leña para hacer una barbacoa. Aunque suene a tópico, cuando estoy allí me da la impresión de que el tiempo transcurre más despacio y los días duran bastante más (bueno, en estas fechas, los días efectivamente duran más). Pero cuando llega la noche y termina de oscurecer (no antes de las 23:30 o medianoche), tengo la oportunidad de contemplar un espectáculo formidable. Ahora sí que va a sonar a tópico sentimental, pero contemplar el cielo estrellado me estremece. No me refiero a las docenas de estrellas que, en una poco probable noche despejada en el centro de Asturias, se pueden contemplar bajo las condiciones de contaminación lumínica que nos asfixian en esta región. Me refiero a las incontables estrellas que se pueden observar desde la montaña, con un aire completamente limpio, y a muchos kilómetros de los núcleos de población. Cuando tengo la oportunidad de disfrutar de este espectáculo, me siento un tanto extraño. Sé que esas mismas estrellas deberían poder verse desde mi residencia habitual, pero en la práctica, nunca se ven. Por eso trato de disfrutar al máximo de las oportunidades que tengo de disfrutar algo así.

Por cierto, que me queda otra semana de vacaciones, y pienso seguir disfrutándola viajando a Cataluña con los amigos.